sábado, 21 de marzo de 2009

Incentivos

Mientras los índices han llevado a cabo el pullback previsto, habría gran cantidad de informaciones que comentar, algunas preocupantes (para variar) otras más alentadoras (p.ej. el problema de Europa Oriental se ha reducido considerablemente: las exposiciones bancarias a la zona son menores de lo que se había informado y además se han comprometido fondos de rescate).

Intentaremos dar forma a un análisis general de la situación. Entretanto, queríamos destacar una nota sobre los diseños de planes de incentivos.

Brad DeLong tiene una entrada excelente sobre el tema. Se centra en USA pero en esencia tiene una validez mucho más general.

Necesario para AIG y el TARP: Planes de Compensación de Silicon Valley (SVCS)

Los ingenieros de los nuevos proyectos empresariales en Silicon Valley son significativamente más listos y trabajan bastante más duro que los operadores de Wall Street. Algunos de los ingenieros de Silicon Valley hacen fortunas: en los proyectos en los que trabajan se les compensa con salarios relativamente bajos y con grandes participaciones restringidas en el accionariado, y así si el negocio lo hace bien, ellos ciertamente salen muy bien… en el largo plazo, en los cinco a diez años que lleva evaluar si el negocio va a ser de hecho una empresa viable y rentable. Y los ingenieros de Silicon Valley tienen todos los incentivos para usar todo su cerebro y todas sus horas laborales para hacer que la firma sea viable y tenga éxito: reciben su paga sólo al final del proceso. No obtienen grandes bonificaciones por retenciones sólo por quedarse rondando por ahí hasta el final del año de calendario. No obtienen grandes pagas si reportan enormes beneficios sobre una base de mark-to-market.

Los operadores de Wall Street, por contraste, en gran parte obtienen su dinero por adelantado. Si la posición mark-to-market es buena, se les paga, incluso si, como es casi seguro, nadie ha intentado vender de hecho toda esa posición a otro. Si la estrategia produce beneficios a corto plazo, se les paga, incluso cuando no ha pasado ni de lejos el tiempo suficiente como para que cualquiera sea capaz de valorar cuales son realmente los riesgos implícitos en la estrategia. Consiguen “traders options”: afirman que nos han hecho ganar un montón de dinero, afirman que las posiciones que les dejan a los accionistas son sólidas, afirman que han gestionado correctamente los riesgos, pero no están interesados en apostar su propio dinero personal en lo que dicen por la boca, en lugar de ello insisten en conseguir sus fortunas por adelantado.

El fracaso de las principales instituciones de Wall Street en la adopción de planes de incentivos al estilo de Silicon Valley en los 80 y 90 siempre fue una gran preocupación para los reguladores y los gestores políticos. La perspectiva preponderante era que los emprendedores capitalistas de Silicon Valley sabían lo que se hacían y estaban actuando como agentes prudentes y responsables para con sus inversores cuando insistían en aplicar SVCS en sus nuevos proyectos empresariales. Así que ¿porqué los accionistas de los principales bancos no hicieron lo mismo con sus operadores, analistas cuantitativos y estrategas? El argumento decisivo sobre esta cuestión en las sesiones de debate con reguladores y gestores políticos fue que esto era asunto de los accionistas, que si los accionistas de estas compañías pensaban que había un buen motivo para elegir miembros de la junta y CEOs que no imponían SVCSs, el gobierno debería cuidarse muy mucho de entrometerse. Y el argumento de que “quizás los accionistas conocen alguna buena razón para no adoptar SVCSs” ya no se aplica: nosotros [los contribuyentes norteamericanos] somos los accionistas, y no conocemos ninguna razón ni la vemos para no alinear los intereses de nuestros empleados en AIG y las empresas que reciben el TARP con los intereses a largo plazo del Tesoro USA.

Por consiguiente: los impuestos punitivos sobre las pagas inmediatas en metálico abonadas con dinero TARP y otros compromisos financieros gubernamentales son, en mi opinión, completamente apropiadas. Pero no pondrás bozal a la yunta que trilla el grano: a los operadores y ejecutivos financieros que están dispuestos a trabajar muy duro en favor de lo que ahora son empresas propiedad del gobierno debería ofrecérseles la zanahoria de participaciones restringidas a largo plazo: que si hacen bien su trabajo y si el gobierno obtiene un saludable retorno gracias a su habilidad, previsión y diligencia, ellos también deberían obtener saludables beneficios.

Los impuestos punitivos sobre compensaciones en forma de participaciones restringidas a largo plazo es una decisión peligrosa y destructiva. Si la ley de incentivos que salga del comité no permite que las compañías que reciben el TARP ofrezcan tales SVCSs, entonces Obama debería vetarlas.

¿Y si los operadores de Wall Street abandonan entonces en masa? ¿Y si dicen que van a “Hacer el Galt(*)” en caso de que no obtengan sus traders’ options para tener su dinero por adelantado después de asegurarnos a los accionistas que nos han hecho ganar un montón de dinero, que sus posiciones y estrategias son sólidas y que han gestionado prudentemente los riesgos? Bien, entonces eso nos dirá algo sobre su verdadera opinión acerca del valor real que tiene el producto de su trabajo.

(*) Hacer el Galt: expresión que viene a significar “huelga de emprendedores”. Proviene de la novela “Atlas rebelado” de la ultraliberal Ayn Rand, donde un emprendedor decide ir a la huelga contra el gobierno y paraliza el país.

Francamente, estaría bien que algunos hubieran “hecho el Galt” en lugar de seguir trabajando y cobrando a toca teja por supuestos beneficios futuros mark-to-market.

Nos parece que DeLong da en un clavo importante con su artículo. Tan sólo añadiríamos una reflexión: habría que tener en cuenta que el sector bancario siempre ha tenido y tendrá un cierto carácter semi-público porque la banca fraccional requiere un Prestamista de Ultimo Recurso (Banco Central) y Fondos de Garantías de Depósitos. Y ya vemos cómo las crisis de etiología financiera tienen secuelas más importantes que las recesiones iniciadas por otras causas. Recordemos: las finanzas son el "sistema circulatorio" de la economía y si se regula y supervisa mal, se compromete todo el sistema económico.

De modo que los accionistas bancarios tienen mucha menos justificación para decirle a los gobiernos ‘manos fuera de nuestros asuntos y planes de incentivos’ que los accionistas de Silicon Valley. Y sin embargo, éstos últimos demostraron mucho mejor juicio que aquellos.

Más en general, haríamos una segunda reflexión "ideológica" partiendo de una petición de principio, a saber: que en la práctica, tanto las ideas “progresivas-socialdemócratas” como las “conservadoras-liberales” a menudo se acaban llevando a la práctica con errores por excesos y/o por insuficiencias. (Esto explica las quejas de uno y otro lado: los fallos siempre son "porque no se hizo lo suficiente". Lo interesante del caso es que a menudo llevan razón, aunque a menudo también se equivocan terriblemente).

Basándonos en dicha petición de principio, la reflexión sería la siguiente: los planes de incentivos en el sector financiero son un ejemplo claro (otro más) de la gazmoñería pseudoliberal imperante durante la burbuja ideológica liberaloide que se gestó en los 60-70 como reacción a la “burbuja keynesiana”, que se inició en los 80 y que se ha consumado y pinchado en la década del 2000.

Y que, por otro lado, si ahora los indignados reguladores prohibieran también las bonificaciones condicionadas al largo plazo, al estilo Silicon Valley, pues ello podría ser quizás un ejemplo de gazmoñería progresistoide pseudojusticiera.

Sin tanto ruido ideológico: sencillamente, el plan de incentivos era malo. Cámbiese por uno bueno que incentive la conducta profesional deseable.

La gente es muy normal. Les incentivas a ciertas cosas, y la mayoría responde en consonancia. Les incentivas a otras, y lo mismo. Porque la gente es muy normal.

He aquí un punto de gran interés para conseguir una reforma financiera sabia.

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